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lunes, 9 de diciembre de 2019

La Humildad

La Humildad



Hoy en día no sabemos que es la humildad, no la practicamos, no la sentimos, no la vivimos, no dejamos que entre en nuestras vidas, la vida como un instante fugaz en el infinito, es efímera es algo sagrado que debe respetarse, que debe protegerse, que debe amarse.

La humildad es un camino de vida por el cuál los estándares modernos caerían por su propio peso, por eso debe ser atacado, destruida hasta la última brizna de polvo que suponga su idea, tal y como toro que embiste al torero, la sociedad nos embiste con su lógica y  nosotros cómo toreros debemos esquivar sus arremetidas, no todos logran esquivar al toro, solo aquellos que se mantienen fieles a sí mismos logran tal ardua faena.

La humildad como práctica es algo que va más allá de esta vida es algo que nos identifica para la eternidad, algo que define al ser humano como una creación única e irrepetible, que permite cómo lo harían unos cimientos fuertes conseguir mantener a flote las construcciones más osadas.

La humildad nos ayuda a construir emocionalmente un castillo robusto que nos facilite a enfrentar en condiciones los ataques de esa sociedad y salgamos indemnes en el proceso.

Gracias querido lector por haber leído estas líneas 

La Gratitud

La Gratitud


Gracias querido lector por leer estas líneas.

No podemos tocar el aire, no podemos tocar los sentimientos, pero sabemos que están ahí. Son certezas que nos impulsan a seguir, a amar, a vivir. No podemos vivir sin amar y no podemos amar sin dar las gracias por haber amado y no podemos dar las gracias sin saber lo que es la gratitud.

Así que ¿qué es la  gratitud?  La gratitud, es una gran desconocida, es una fuerza que une nuestras almas con el todo, nos permite creer en aquello que no vemos, permite cambiar nuestra perspectiva de la realidad,  contactar con nuestro yo interno, ser uno con nosotros mismos.

Dar las gracias, es más que ser agradecido, es una palabra que nos permite conectarnos con la fuente, es un mantra que nos ennoblece y nos ensaltece como seres humanos y nos permite hablarle al corazón de las personas con las que estamos, sin conectar, sólo somos meras marionetas sin orden ni concierto en esta realidad sin alma en la que vivimos.

La conexión no es un proceso que pueda ser conseguido sin dificultad, es como el elefante en el salón, nadie lo ve aunque esté a la vista de todos, para empezar hay que corregir nuestras costumbres, nuestras perspectivas, nuestras creencias, liberarnos de las cadenas que nos atan a la miseria humana que devora a las personas de buen corazón.

Para recuperar ese buen corazón, esa inocencia debemos recuperar esos sentimientos puros, sin filtrar, sin adulterar, tal como los sentíamos cuando eramos pequeños y no sabíamos distinguir si algo era correcto o incorrecto. A través de la gratitud podemos recuperar esa inocencia, darle alas y dejar que vuele porque sólo ella es importante y desde el aire podremos ver más cosas que desde el suelo.

Aquí les dejo una maravillosa obra de gratitud.

Gracias y sed felices.